jueves, 7 de abril de 2011

382 Aniversario del Nacimiento de Don Juan José de Austria

Con motivo del 382 aniversario del nacimiento de D. Juan José de Austria, y bajo la llamada del blog amigo “Reinado de Carlos II”, me uno en el día de hoy al grupo de blogs que publican una entrada con Don Juan José como protagonista.

Juan José de Austria fue uno de los siete hijos ilegítimos que se le calculan a Felipe IV, lo que le diferencia es que fue el único en ser reconocido oficialmente por el rey. Tal vez se debiera a que su madre, la actriz Mª Inés Calderón “La Calderona”, fuera el gran amor del cuarto Felipe, no obstante no se libró de los rumores que le hacían hijo del Duque de Medina de la Torre, noble con el que “La Calderona” también tuvo sus más y sus menos.

Este bastardo real de la Casa de Austria me trae a la mente al otro gran bastardo de la dinastía, también llamado Juan, Don Juan de Austria, el hijo ilegítimo de Carlos I. Y es que ambos juanes llevaron una carrera muy paralela y ostentaron cargos muy similares durante el reinado de dos Felipes, Felipe IV, nuestro homenajeado de hoy, y Felipe II el otro.

En los años de infancia y mocedad, ambos fueron predestinados por sus padres para la carrera eclesiástica, pero pronto se vio que los jóvenes andaban más inclinados por la guerra que por la oración. Así Juan José fue nombrado Príncipe de la Mar por su padre, y Juan, Capitán General de la Mar por su hermano. Y he aquí la primera coincidencia de los dos Juanes, su primer puesto en la jerarquía militar fue el gobierno de las armas hispanas en el mar.

Gracias a su cargo en la flota Don Juan José fue enviado a Italia para sofocar la revuelta de Nápoles, donde llegó con las manos libres para hacer y deshacer. E hizo y deshizo bien, ya que sofocó la revuelta y venció a los franceses, que por allí andaban para pescar en río revuelto, apresando incluso a su capitán que fue enviado al Alcázar de Segovia. Este éxito le valió el ser nombrado virrey de Nápoles y posteriormente de Sicilia, donde recuperó a Francia las plazas de Porto Longone y Piombino.

Por Italia también anduvo el otro Juan, ya que tras su gran victoria en Lepanto fue nombrado Vicario General en Italia, durante el año que actuó de acuerdo a dicho cargo, Don Juan realizó una política de pacificación de las ciudades enfrentadas y recorrió todo el solar itálico, desde Sicilia a Lombardía.

El otro gran escenario en el que nuestros protagonistas sirvieron fue Flandes, los Países Bajos, la eterna guerra de la Casa de Austria en Europa. Juan José fue nombrado gobernador de Flandes en 1656. Y el primer año fue muy bueno para sus intereses, ya que infligió a los franceses la derrota de Valennciennes, una gran victoria como la de otros tiempos. El año siguiente no comenzó tampoco mal, ya que las tropas a su mando tomaron la plaza de Saint Ghislain. Pero poco dura la alegría en la casa del pobre, el 25 de mayo los franceses pusieron sitio a Dunkerque. Y a partir de aquí todo fueron reveses, ya que los franceses avanzaron sin cesar, salvo algún que otro pequeño triunfo parcial como en Ostende. La endémica falta de medios, de dinero y de tropas hizo que se tuviera que buscar la paz con Francia a cualquier precio. Pero de esta tarea ya no se encargó don Juan José, ya que Felipe IV le llamó para hacerse cargo del ejército de Portugal.

En Flandes también sirvió como gobernador nuestro segundo hombre de hoy, Don Juan de Austria, allí fue enviado por Felipe II. Pero éste en vez de partir inmediatamente se dio una vuelta por la corte para atender otros negocios particulares, como tratar una posible invasión de Inglaterra, verse con alguna mujer y negocios por el estilo, se especula que el saqueo de Amberes podría haberse evitado si Don Juan hubiera obedecido a tiempo. Para viajar a los Países Bajos, en vez de utilizar la ruta italiana, Don Juan atravesó Francia disfrazado de criado de un noble italiano, Octavio de Gonzaga. Una vez allí continuó con la política pacificadora de su predecesor, Don Luis de Requesens, licenció a los tercios viejos, prometió respetar las libertades flamencas y firmó el Edicto Perpetuo. En unos pocos meses Don Juan consiguió tranquilizar la situación.

Ante la situación de Paz obtenida, Don Juan quiso volver a Madrid, pero Felipe II se lo impidió. Esto hizo montar en cólera al bastardo que rompió la paz con los flamencos, hizo volver a los tercios al mando de Alejandro Farnesio y emprendió una gran ofensiva militar que derrotó a los Estados Generales en la batalla de Gembloux. Esta situación incitó la invasión de Flandes de un ejército francés y otro financiado por Inglaterra. En estas estaban cuando se produjo el asesinato del secretario de Don Juan, Escobedo, hecho del que se responsabilizó a Felipe II y uno de los puntos de partida de la famosa Leyenda Negra.

Poco más pudo hacer Don Juan en Flandes, ya que la muerte por tifus le sobrevino muy pronto.

Pero no solo sirvieron en el extranjero nuestros protagonistas, ya que ambos también fueron requeridos en la península para intervenir en sublevaciones locales. Don Juan en la de las Alpujarras donde se aplastó la última resistencia de los moriscos para mantener sus costumbres. Y Don Juan José en Cataluña donde logró grandes victorias sobre los franceses como las de Berga y Solsona.

En definitiva, dos figuras con muchos paralelismos, ambos muy ambiciosos, Don Juan anheló durante toda su vida el tratamiento de Alteza Real, que su hermano siempre le negó, y llegó incluso a proponerse como rey de Túnez y para encabezar un hipotético reinado en Inglaterra tras la invasión de la misma, Don Juan José por su parte, dado el delicado estado de salud física y mental de su hermano, Carlos II, se esforzó por lograr una legitimación que le facilitara el acceso a la gobernación de la Monarquía, objetivo que logró al final de su vida al convertirse en el hombre fuerte del gobierno. Pero ambiciones a parte, se puede decir que estamos ante dos hombres muy bien dotados para el mando, la gran diferencia es que Don Juan sirvió a Felipe II en un marco de expansión imparable de la monarquía Hispana, mientras que Don Juan José tuvo que conformarse con Felipe IV en una época en la que la monarquía ya había quemado sus mejores años.